“así de frágil la amistad”

Solíamos alargar las sobremesas.
Teníamos todo el mundo por hablar.

Me cogías y dejabas en tu coche
o íbamos
a cogerte y dejarte
al pie
de la breve escalerilla de tu casa.
Hoy hemos tenido que dejarte
en un nicho oscuro y sin fin
del camposanto.
Así de triste y cruel es esta vida,
así de frágil la amistad,
ese cálido dios en quien creímos.

Al fin nos queda Dios
-ese Dios en quien todos queríamos creer-,
a quien volvíamos,
dando vueltas y vueltas,
al final de todas nuestras charlas.
Y a nosotros,
los mortales aún,
aún nos queda
esta tarde madura y ofrecida
del último octubre,
rayada por la lluvia, las lágrimas y el luto.