Viernes de Cuaresma ( III )

 (I R 8, 51a, 52-53a; Is 55, 6-7; Dt 30 2-3a)

Tú nos hiciste, tuyos somos,
Señor de nuestras vidas.
Somos tu pueblo, tu casa, tu heredad.
No puedes, pues, cerrar tus ojos compasivos
a quienes somos la niña de tus ojos,
el débil juguete de tus manos,
el barro humanizado por tu aliento.

Mientras te encontramos, te buscamos.
Mientras te buscamos, te anhelamos.
Mientras te anhelamos, te esperamos.
Y siempre
te necesitamos.

Dejamos por fin los caminos oscuros,
los pasos inciertos y perdidos
y volvemos a Ti,
sabiéndote cercano,
oyendo alegre tu voz
previendo tu perdón como un abrazo.

Tú nos hiciste, tuyos somos,
Señor de nuestras vidas.