Una tradición religiosa

Habló el entonces presidente de la UGT y presidenrte de las Cortes Constituyentes, Julián Besteiro, en el teatro María Guerrero, de Madrid, el 20 de marzo de 1934, en el 50 aniversario de la muerte de Carlos Marx. Habló sobre el fundador del socialiskmo científico, sobre su socialismo, sobre su concepto de revolución y de dictadura del proletariado, con observaciones constantes sobre la política española, viendo venir, y oponiéndose firmemente a ello, la deriva de la mayor parte del partido hacia posiciones  antidemocráticas y bolchevistas. Pero antes, marxista ortodoxo como decía y quería ser, inetnta despejar las tentaciones de utopismo, de revisionismo y de reformismo, que muchos le atribuían a él, calificándole de representante máximo de la derecha del partido. Y en esa parte del discurso encontramos este parrafito: Queriendo la humanidad entenderse y no destrozarse, ha invocado una tradición religiosa, un sentimiento, una idea de justicia. Y el intento ha fracasado y ha acabado en guerras más crueles por ser guerras que tienen como fundamento no la disputa por un pedazo de pan, sino la pugna por la victoria de posiciones de verdad y de justicia absolutos, que han hecho creer a los fanáticos de cada credo que el adversario es un ser indigno que hay que aniquilar por completo para que queden triunfantes el bien y la verdad sobre la Tierra. Por el camino de las religiones no marcharemos de acuerdo ni llegaremos nunca a entendernos. Y el marxista democrático ortodoxo que es y quiere ser Besteiro propone otro camino posible de entendimiento, que es el de los intereses, no ocultándolos como cosa menguada y mezquina, es decir, el del bienestar para todos. Y concluye: La solución es cosa de buena voluntad, primero, pero, finalmente, de inteligencia, como decía Marx.– Hay aqui alguna confusión y alguna contradicción evidentes. Hay muchas tradiciones religiosas. Si esa tradición es una idea-sentimiento (también voluntad) de justicia, quiere decir que estamos ante una realidad buena, y algunas guerras se han llevado a cabo por razones de justicia. Si esa justicia se convierte en verdad y justicia absolutas, la realidad se distorsiona y ya no sabemos dónde estamos. Dificilmente se encontrará una guerra por una justicia absoluta, sino por justicias más o menos concretas, más o menos acertadas o desacertadas, pero sobre motivos particulares y no absolutos. Las más crueles guerras llamadas de religión estaban motivadas, al menos en buena parte, por justicias o injusticias no absolutas, movidas también, al menos a veces y en buena medida, , por intereses duros y puros, personales, económicos, políticos… Lo mismo podemos decir de los intereses: los hay mezquinos y menguados, y los hay altos y dignos: patrióticos, políticos, económicos, culturales. Si lo son así, algo tendrán que ver con la justicia y con la verdad. Y  tal vez andará por medio alguna tradición religiosa también, que puede ser, ¿por qué no? beneficiosa para el entendimiento. La tradiciión religiosa cristiana de las Bienaventuranzas y del Sermón del Monte en general, la del juicio final narrada por el evangelista Mateo, la de los dichos (logia) de la Quelle, la narración de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret… no creo que ayuden, de por sí, a destrozarse la humanidad y no a entenderse mejor; tampoco creo que dificulten esa buena voluntad kantiana, y krausiana más tarde, ni la inteligencia que atribuye primordialmente a Marx. Me parece, en fin,  muy estrecha esta reflexión  del socialista español más culto y fino que habitaba en esas fechas  una España trágica,  y bastante dogmática dentro de ese reducido círculo entre marxista y krausista en que se mueve el político socialista madrileño, que  compartían algunos marxistas españoles de su tiempo, pero no  todos, ni mucho menos, los krausistas-institucionistas como él.