Una ocasión perdida

Una ocasión perdida, ha dicho Artur Mas sobre su entrevista con el presidente del Gobierno. ¡Pero si la han estado buscando, esa ocasión perdida, él y muchos como él, desde hace mucho tiempo! Acaso desde la Declaración de Barcelona, en 1998, arrastrados por el PNV y ETA, que ahora no han ido tan lejos todavía. Si hubieran querido aprovechar la ocasión, la hubieran preparado mejor, como han preprado su opuesto, la manifestación independentista de Barcelona, el intrumento del gran chantaje. CIU sabe muy bien, como firmante y votante de la Constitución de 1978 -que fue tan suya como nuestra- lo  que hay que hacer para cambiarla. Podían haber  buscado ese terreno: la complicidad de otros partidos reformistas y de otras Comunidades complacientes, pero eligieron justo el contrario: la bronca, el alboroto, el chantaje, el callejón sin salida, el órdago solemne y sin retorno. Se encontrarán, quieran o no, con la Constitución que ellos mismos hicieron y defendieron. Lo que no se puede hacer es. sin reformarla, quebrantarla, interpretándola a su manera. Esto parecen defender, al menos en público, algunos socialistas españoles, que confunden diálogo con exteriorización del chantaje, o consideran que con la Constitución se puede defender  cualquier cosa, con tal de atacar al presidente del PP, a la sazón presidente del Gobierno. O el secretario general del PSC-PSC(PSOE), que vuelve sobre el federalismo asimétrico como panacea; es decir, un federalismo de excepción para Cataluña, equivalente al concierto económico -que rechazan-, pero con otro nombre. Y esta vez con tal de atacar, desde Cataluña, a Mas y a Rajoy. La dualidad tramposa al más alto nivel. Y los políticos, al más bajo.