Traición al Evangelio

Tal vez el argumento más nuevo de la literatura anticlerical, a la hora de denunciar los vicios del clero es la de ser una traición al Evangelio que dicen predicar. Lo que muestra el papel primordial, en algunos casos, de la ética  cristiana sobre otros motivos más directamente jurídicos o políticos. Cristo aparece en ciertos textos, sobre todo de la prensa sencilla de muchos pueblos y ciudades pequeñas de España, como el ejemplar y dechado de las virtudes y de la conducta humana; por tanto, como contrafigura de los clérigos viciosos, y sobre todo de una Iglesia vista como no cristiana y hasta anti-cristiana. Muchos autores recogen, como una de las muestras, aquellos versos de comienzos del siglo XX en un periòdico valenciano:   

Jeuscrist anaba pobre

i amb sandalias calsat

i erl Pap viu en palacios

i va amb coche ancoxinat.

¿Per qué no mireu les obres

del papa i de Jesucrist

i tindreu todes les probes

 de que´l Papa es anticrist?

Cristo en el Vaticano, aquel  relato de Víctor Hugo, que presentaba a Jesús de Nazaret entrando en el palacio pontificio, primeramente incrédulo y luego indignado ante la riqueza y el boato de la corte sagrada de sus sucesores, inspiró y nutrió a muchos anticlericales y antieclesiales.

El popular periodista republicano y masón Antonio de Lezama, en el primer número del periodico má anticlerial y antieclesial, Fray-Lazo, reeditado en 1931, publica el artículo Jesús era de los nuestros, en el que, tras evocar su trato con pecadores (publicanos) y prostitutas y la expulsión de los mercaderes del atrio del Templo, escribe:  Jesús era el revolucionario, el terror de los oligarcas de su tiempo; el perseguido por la justicia, el comunista, el que crucificaron los altos poderes de su época, el que murió víctma de los espadones y plutócratas y cardenales Seguras de entonces.

Pocos habrán criticado tanto como yo, siguiendo al viejo maestro de los años treinta, Jaime Torrubiano Ripoll, la injusticia, la ignorancia, la zafiedad, la cobardía, la villanía de cientos de anticlericales y antieclesales españoles de antes y ahora, comenzando por el fundador y director de Fray-Lazo, José Nákens, y acabando por actuales editoriales de El País. Pero esa misma ejecutoria me da  derecho a distinguir el grano… de la paja, la arena… del oro escondido en la misma.

Es bien conocido lo sucedido en el pueblo leonés de Bembibre durante el golpe revolucionario de octubre de 1934: una  talla del Crucificado fue salvada de la repugnante y salvaje quema de la iglesia donde se veneraba, y exhibida en la plaza con este cartel al cuello: Cristo rojo, a ti no  te quemamos, porque eres de los los nuestros.