Terror en Filipinas

 

     Filipinas, las Islas Filipinas, aquella antigua colonia española, está tan lejos de España, que ni siquiera llegan desde allí las peores noticias.  Desde que llegó a la presidencia de la República, el 30 de junio de 2016, Rodrigo Duterte declaró la guerra salvaje al tráfico de drogas, y abrió la veda  a las ejecuciones extrajudiciales, que, según la Comisión filipina de Derechos Humanos, llegan a las 30.000. Cualquiera que trafique, venda, compre o tome drogas, sabe que que, en cualquier momento, cualquier policía o un montón de ellos puede meterle un balazo o una lluvia de balas en el cuerpo, sea en la calle, en la plaza, en una tienda, en un estadio o en su misma casa.

La Iglesia oficial  filipina, la institucón más poderosa durante siglos en el País acaba de pedir perdón al 80% de filipinos que son católicos por los siete meses iniciales del presidente Duterte, en los que guardó silencio ante tamañas ejecuciones extrajudiciales: por el tiempo que nos llevó enccontrar nuestra voz colectiva. Desde que los obispos filipinos decidieron, en febrero de 2017, publicar un mensaje llamando al Gobierno a terminar con las acciones violesntas de su reino del terror, se convirtió en la diana no sólo de las más groseras invectivas del presidente Duterte, sino incluso de sus amenazas e incitaciones a la muerte: La Iglesia es la hipócrita más grande de Filipinas. – El 90 % de los sacerdotes son homosexuales. – A los obispos, matadlos. Esos bastardos no sirven para nada. Lo único que hacen es criticar. – Los obispos tienen mucho dinero. Matadlos. Robadles. Están como locos conmigo. – Los obispos son unos hijos de puta. – Dios es estúpido y los santos son malditos…

Chaves y Maduro parecen monaguillos ante este monstruo.