“Sin ser liberal, no sería socialista”

Hablaba el periodista y político Indalecio Prieto, ex diputado a Cortes por Bilbao (1918-1923) en el XVI congreso ordinario del PSOE, septiembre de 1928, en plena Dictadura de Primo de Rivera. Y hablaba, como delegado de la Federación Socialista Vasconavarra, en contra de haber aceptado Largo Caballero, su compañero de dirección y secretario general de la UGT desde 1918, un cargo público, bien que elegido por sus compañeros trabajadores, primero en el Consejo de Trabajo y luego en el Consejo de Estado. Y en una de sus reflexiones en medio de un discurso-río, se refirió al papel profundamente liberal, que es la medula socialista; porque yo, sin ser liberal no sería socialista, porque entiendo que el Socialismo es, simplemente, a la larga, la libertd económica, el cumplimiento efectivo de la libertad en todos los órdenes de la vida. No. A Prieto le sucedía lo que todavía les sucede a muchos, no sólo moderrnos y posmodernos, liberales, socialistas o conservadores, que creen que todo consiste en la libertad, que no hay más valores que la libertad, que sólo se puede hablar (y presumir) de la libertad. No. El socialismo no es, ni a la larga ni a la corta, meramente la libertad económica y el cumplimiento de la libertad en todos los órdenes de la vida, a no ser que hagamos del sociaiismo y de la libertad un comodín y una síntesis a la vez de bienes, valores y virtudes. Pero eso no es hablar en serio. Una de las mayores confusiones culturales y sociales de nuestro tiempo, con inmensas consecuencias, es, como digo, haber hecho de la libertad sin más el único recurso, el único tesoro, la única dimensión de la vida. La libertad es, sí, un super-valor, mejor, un presupuesto fundante y fundamental de todos los valores. Pero no todo es libertad. Sobre todo cuando no se es capaz de de-finirla.