Dos cartas del general Batet

 Cuando vuelvo a estudiar la rebelión de Cataluña y Asturias  en octubre de 1934, me encuentro de nuevo con el  general Domingo Batet, el que deshizo en unas horas, siendo gobernador militar de Barcelona y jefe de la cuarta división orgánica, el golpe  sedicioso de la Generalitat, presidida por Companys, el 6 de octubre de 1934. Posteriormente jefe de la Casa Militar del presidente de la República, y después gobernador miltar de Burgos y jefe de la sexta disisión orgánica, fue fusilado por no participar en el alzamiento de junio de 1936. Batet escribió tras conocer su sentencia de muerte dos cartas, dignas de recuerdo perpetuo, dos cartas de un santo antes de morir:  Carta a su cuñada María Martínez Larrea: Querida hermana María: No sufras y ten consuelo.¡Dios lo ha querido! Bendito y alabado sea. En este tiempo de mi prisión me he unido tanto a Él y estoy tan compenetrado con su Voluntad, que las cosas del mundo nada son paa mí y ceo tener el alma completamente pura. Le pedía a Dios, siempre y de tiempo ha, una muerte rápida y que no me diera quehacer, y Él en su misericordia me la concede pudiendo perdonar, como perdono con toda mi alma, a los que infrinjen el 5º mandamiento de su Ley. A todos y muy especialmente a la madre y a ti, os abraza con gran cariño, Domingo.Y la carta a los hijos: A mis hijos. Sed buenos ciudadanos y cumplid siempre con vuestro deber, cualquiera que sean las circunstancias que os depare el destino. Las naciones sufren mucho por no cumplirse sus leyes y el mal es mucho mayor cuando faltan a ellas los propios gobernantes. Yo repaso mi vida toda y mi conciencia está tranquila y satisfecha. Seguid mi ejemplo y no  cuente para vosotros el fin que yo he tenido. Son momentos de pasión en que se desatan los instintos perversos: la justicia huye espantada, no actúa y se viste de luto… Pero ella actuará. Os bendice y abraza vuestro padre, Domingo.