¿Alguien podía pensar -aunque fuera tan ecuménico y tan partidario del entendimiento como yo- que, en una situación política y económica como ésta, el vicepresidente del Gobierno de coalición, representante del partido minoritario, pudiera sostenerse mucho tiempo, apareciendo un día sí y al otro también como principal adversario de la presidenta, representante del partido mayoritario, hegemónico en Navarra desde hace 23 años?