Scrooge

Acaso Canción de Navidad, que vengo citando estos días, de Dickens, sea la obra que en la literatura occidental, y tras los villancicos de Lope de Vega,  haya  contribuido más a exaltar la celebración de la fiesta cristiana. La denominación de Patrañas, puesta continuamente en boca del viejo avaro para desprestigiar la Navidad, se parece mucho a ese lema irónico Feliz Falsedad del chiste gráfico que trae hoy un diario de Madrid. Lo que, en mi opinión, puede decirse plenamente, hoy como ayer, de cierta celebración precristiana y poscristiana, pero no cristiana de la Navidad. Lo cierto es que Scrooge, tras la aparición fantasmal de su amigo encadenado, tan avaro como él, Jacob Marley, y sobre todo tras los recorridos a que le llevan los Espíritus de la Navidad pasada, presente y futura, acaba entendiendo bien el espíritu de la fiesta genuina: Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré guardarla todo el año. Viviré en el pasado, en el presente y en el porvenir.