Religación y desligación

Dejo un rato la lectura de los filósofos ateos del siglo XIX y XX, hasta  el defensor de la fe filosófica, mi admirado Jaspers, teísta a su manera, y releo a Xavier Zubiri, que me alivia un rato. Comienza diciendo que el ateísmo es cosa difícil y sutil. Más que negar a Dios, muchas veces el filósofo, que se mueve dentro de la soberbia de la vida, de la que habla el evangelista Juan, cree que el hombre (y él mismo) es Dios, que se basta totalmente a sí mismo: El ateo, en una u otra forma, hace de sí un Dios. El ateísmo no es posible sin un Dios. El ateísmo sólo es posible en el ámbito de la deidad abierto por la religación. (…) El hombre no puede “sentirse” más que religado, o bien, desligado. Por tanto el hombre es radicalmene religado. Su sentirse desligado es ya estar religado. Nuestra época, tiempo de ateísmo, es una época soberbia de su propio éxito, época de vidas magníficas, desligadas de todo, errantes y errabundas; época de desligación y desfundamentación. Desde hace más de dos siglos, la filosofía del ateo se ha convertido en religión de su vida, un modo de vida. (Para otros, añado yo, es la literatura, la ciencia, el arte, la política, los negocios…). Y en el fondo de gran parte de la filosofía de los siglos XIX y XX yace un subrepticio endiosamiento de la existencia. Y concluye el filósofo vsco-madrileño: Llegará seguramente la hora en que el hombre, en su íntimo y radical fracaso, despierte como de un sueño encontrándose en Dios y cayendo en la cuenta de que en su ateísmo no ha hecho sino estar en Dios. Entonces se encontrará religado a Él, no precisamente para huír del mundo, sino al revés, para poder aguantar y sostenerse en el ser. Dios no se manifiesta primariamente como negación, sino como fundamentación, como lo que hace posible existir.