Maeztu, Kant y Nietzsche

Me ha sorprendido constatar que Ramiro de Maeztu, de vuelta de la fascinación por Croce, que le enseñó que todo es espíritu, encontró en Kant el fundamento inconmovible de su pensamiento religioso, a pesar de saber muy bien que este máximo filósofo alemán había llenado de escépticos el mundo. Al pensador español le enseñó que el espíritu no puede proceder del no espíritu, y la existencia misma de los juicios sintéticos a priori le cercioró de que el espíritu es original y no derivado de la materia. Lo demás de Kant no le interesó. Algo parecido le sucedió con Nietzsche, que por aquellos años alejaba a muchos de la fe, como se ha escrito mil veces. Pero a Maeztu le ayudó asimismo para alejarle de los utopistas como el mentado filósofo italiano, y a él le debió el haber descubieto que es preciso para que los hombres se perfeccionen, que se sientan de nuevo pecadores, como en los siglos de más fe. Más allá del odio al cristianismo y  de su concepción del superhombre, cree el autor de Juventud y Egolatría que, andando el tiempo, Nietzsche será considerado como uno de los precursores del retorno de los intelectuales a la Iglesia. Escribe a este respecto don Ramiro: Lo que Nietzsche nos enseña es lo mismo que la Iglesia nos viene diciendo desde siempre. Hay que superar al hombre, al pecador, en cada uno de nosotros. Porque, al fin,  el reino del espíritu no es naturaleza, la naturaleza de los materialistas, sino sobrenaturaleza. Por otra parte, lo que es el superhombre no me lo decía Zaratrusta y tenía que ir a buscarlo en otros modelos.