Los que se reparten la corrupción

Tiene Iñaki Gabilondo razón que le sobra cuando describe un tanto veladamente la triste situación de la prensa española, que se reparte, según y cómo, los casos de corrupción, aunque él, dada su posición, no puede atreverse a decir que los que habitualmente se los reparten son El País y El Mundo: los de Gürtel de Madrid y Valencia para uno; los del GAL, FILESA o Marbella para el otro; los espías de Madrid para el primero; los ERE de Andalucía para el segundo…  Es decir:los del PSOE para tí, los del PP para mi. Quedan otros menores paras otros medios menores. Y no vayamos a La Vangiuardia para conocer la corrupción  del  caso Palau o Pallerols -descritos brevemente en páginas interiores-, que esos son catalanes y la prensa catalana, “per la dignitat de Catalunya”, no investiga la corrupción de los políticos del lugar, que queda para los difamadores de Madrid. Y así juegan nuestros medios informativos a hacer de servidores de los partidos, relativizando o disimulando, cuando no justificando, en unos casos ,la corruoción, porque es la de los amigos, o ampiiándola y exagerándola, en otros, porque del enemigo se trata. Y jugando así con la corrupción, se corrompen moralmente ellos mismos, debilitan la lucha contra ella, la politizan, la partidizan, la frivolizan. Y con ello incitan a cada paso a sus lectores a hacer lo mismo. Carecemos, pues, fuera de algún caso informativo ejemplar, de medios poderosos para acabar con esta plaga, que, por lo visto, se ha hecho, desgraciadamente, arma de parte y de partido, instrumento de ofensa y ofensa al mismo tiempo, símbolo de pertenencia, y hasta orgullo de facción. Corrupción sobre corrupción: suprema corrupción.