La libertad no es la ética

Varios pensadores y escritores, consultados por la revista VN, coincidía, hace unas semanas, en la falta de intelectuales en España, a consecuencia de la posmodernidad, por la gran crisis de valores, por cansancio cultural, por la pérdida del sentido de la historia, por la ausencia de cualquier referencia… Me interesó mucho la respuesta de Javier Gomá, filósofo y director de la Fundación Juan March, y que se define a sí mismo, sin rubor alguno, como intelectual,  al insistir en que no basta con que los políticos cumplan las leyes, sino que se requiere un plus de responsabildad moral: es la ejemplaridad pública. Además, según él,  es necesario “reformar la vida privada”, dejada hasta ahora, según el imperio de la moda moral, al arbitrio de la persona: “Del derecho de cada cual a disfrutar de su vida sin coacciones se ha inferido que cualquier ejercicio efectivo de ese derecho vale éticamente lo mismo. Se ha construido una gran casa para la vida privada eentre cuyos sagrados muros todo está permitido. Sin embargo, la libertad es el presupuesto de la ética, pero no la ética misma”. Poco antes había recordado la embriaguez de libertad que había vivido España desde la mitad de los años setenta, después de los cuales nos hemos encontrado con el principio de realidad, que ahora tiene forma y volumen de crisis económica, y crisis a la vez total. Y me pregunto: ¿Qué libertad ha sido la nuestra? ¿Fue presupuesto de algo o fue sólo principio y fin y excusa para cualquier cosa?