Juego limpio

Todos  queremos un juego limpio en todos los juegos, y sobre todo en los deportes, que son los juegos por excelencia. Pero a todas horas cultivamos y propagamos una afición, que pide y exige cada día más a los deportistas esfuerzos y comportamientos casi inhumanos, o sencillamente inhumanos, sí, en todos los campos deportivos, con tal de ganar, vencer, ser los primeros, conseguir todos los premios posibles… ¿Cómo? Como sea. Y quien no gana, ni vence… está perdido. Desde los Juegos Olímpicos hasta las competiciones locales, confundimos a veces a nuestros admirados deportistas con los héroes griegos y troyanos de la Iliada, con los héroes germánicos de Beowulf o con los los caballeros magníficos del Amadís. O con el Superman de las películas contemporáneas. Ni con las bestias nos comportamos así, porque suele disuadirnos la compasión. Así que, en la hora amarga en que nos llegan noticias de abusos, excesos, infracciones de normas, violaciones de la ética deportiva, traiciones a los compañeros, a los directivos y … a la afición, que nos avergüenzan y hasta nos indignan, tendremos que pensar cuál es la parte de responsabilidad que nos toca, como admiradores, aficionados, seguidores, socios… en nuestro juego no siempre limpio.