Homenaje a Carlo María Martini

Este verano, se nos murió el arzobispo-cardenal de Milán, el jesuita Carlo María Martini, teólogo, biblista, pastoralista eximio, que tanto nos instruyó, que tanto bien nos hizo. Papable siempre, fue casi un papa en su sede milanesa, autocrítico y crítico serena y evangélicamente, desde dentro de una probada fidelidad a la Iglesia. Hoy, noviembre, mes de los difuntos, recojo en su homenaje uno de sus muchos pensamientos sobre la fe y la esperanaza en el Dios de vivos y muertos: Espero bienes que no sé cómo imaginar y confío en que todo cuanto estoy haciendo valga la pena. No lo sé describir, como se describiría un paraíso islámico; podría casi pensar que tal vez me aburra. En cambio, me fío de Dios, que me promete su felicidad, que no puedo imaginar, y tengo la certeza de que los sufrimientos de este tiempo presente, como dice San Pablo, no son compatibles con la gloria que se manifestará. Sé que el Señor me dará el ciento por uno y que volveré a encontrar todo lo que he dejado aqui.