Hacienda ¿existe?

Me envía un amigo un power point lleno de buen humor. En el lateral de un autobus va escrita, con letras grandes, esta leyenda: Probablemente Hacienda tampoco existe / Coge tu pasta y disfrútala.– Lo único que me desagrada de esta ocurrencia sarcástica es que pueda compararse a Dios con la Hacienda inquisitiva e inquisidora, apremiante, punitiva, injusta, desasosegante, a juzgar por el segundo hemistiquio. Pero así consideraron a Dios los que escribieron aquella primera leyenda en los autobuses. Y, qué curioso, volvemos al famoso personaje del novelista ruso: Si Dios no existe…, que era ásperamente criticado por los agnósticos y ateos de antaño.