Guerracivilismo

Algunas de las declaraciones del neoindependentista Artur Mas y sus adlláteres, incluido Jordi Pujol, y algunas de quienes les contestan tienen todo el tono de una guerra civil.  Los propagandistas de Bildu no han abandonado la permanente justificación de su guerra civil declarada a España. Los dicterios de Tomás Gómez, cada día más arrabiato, en la Asamblea de Madrid contra los parlamentarios del PP y sus progenitores son sucia y pretérita verborrea guerracivilista. El incalificable simulacro jocoso-degradante de la TV3 catalana de matar al rey y herir a un periodista en las piernas (¿evocando el tiro a las piernas de Federico Losantos por un terrrorista?) es ya un juego nefando  digno de un descansillo de una guera civil: el despido del director de esa macabara broma me parece demasiado leve, y espero que entre pronto en la órbita penal. Las diatribas electorales del seudomesiánico Beiras, llamando pirañas a sus enemigos y acusándoles de limpieza étnica, si no son propias de una guerra civil, la preparan. Y para qué hablar de esos aprendices de energúmenos, que asaltan o invaden el colegio de los Salesianos en Mérida al grito de ¿Dónde están los curas, que los vamos a quemar? (Para empezar, los salesianos no son curas ni frailes, sino religiosos). Salvador Sostres, periodista polémico y buen escritor, entra al trapo de esos miserables y, con la ocasión de que entre los jóvenes bárbaros hay algunos comunistas, compone él mismo, con retazos muy verdaderos, una pieza típica guerracivilista: ¿Cómo que dónde están los curas? ¿No sabes dónde están los curas, comunista?. No me extraña. Y no me extraña porque están donde tú no estás ni nunca has estado. Mientras tú haces el ridículo con tu ideología de fracaso y de muerte, ellos están predicando el amor y la vida. (…) Siempre habéis querido quemar igesias y a los curas, eso no es ninguna novedad. (…) Pero, por suerte,  al final habéis perdido siempre. Todo lo vuestro se ha derrumbdo de miseria y muerte.