Entre el bálsamo vibrante y la dignidad trascendente

 

 La revista católica española de información VN encargó a dos diputados españoles en el Parlamento Europeo una opinión sobre la visita del papa Francisco. Beatriz Becerra Basterrechea, de UPyD, la tituló, no muy literariamente, Un bálsamo vibrante y sin medias tintas. Cuenta ella cómo pasó aquel auditorio político de  la reticencia, cuando no de la oposición a la presencia del papa, a la rendición sin remedio. El discurso papal tuvo la grandeza de la sencillez y la profundidad franciscanas, la altura y la cercanía que sólo alguien que de verdad ama y cree en el ser humano es capaz de articular y hacer creible. Para Becerra, a los eurodiputados les dejó Francisco una clara encomienda, un recordatorio de su su propia función: preocuparnos de la fragilidad de los pueblos y de las personas; hacernos cargo del presente y dotarlo de dignidad; y la exigencia de mantener viva la democracia en Europa. La diputada española escribe entusiasmada por las palabras del papa, capaz de  de hacerles partícipes de un humanismo cristiano deslumbrante, y de dvolverles una buena dosis de esperanza.- El otro diputado fue el socialista Ramón Jáuregui, que un día animó, especialmente antes de las elecciones, el pequeño grupo de Cristianos por el Socialismo, ¡pero no Socialistas por el Cristianismo!. Alguien debió de pensar entonces que Jáuregui era un católico activo, pero ahora, para evitar despistes, él comienza escribiendo: Yo no creo en Dios, pero quise oír al Papa. No soy católico, pero me interesa lo que ocurre en la Iglesia y me atrae el discurso de este Papa. Defensor decidido de la laicidad (¡ por fin, alguien que desecha la equívoca palabra laicismo!), por ejemplo en la escuela, admite el derecho de la Iglesia y de sus creyentes para intervenir en el debate público y exponer sus códigos morales en materias sensibles a sus principios. Concede, magnánimo él, que los socialistas no tienen el monopolio de la aplicación de la igualdad y de la solidaridad, y reconoce a muchos militantes de la solidaridad por sus creencias religiosas: Bien podríamos llamarlos socialistas sin carnet o socialistas por su fe (?). Le interesa este papa por su modernidad y trasparencia, austeridad y sensibilidad social: Por fin, una Iglesia de los humildes, resume. En dos palabras resume asimismo la intervención muy europeista de Francisco: dignidad trsascendente y la concreción de esa dignidad en los derechos humanos. Curiosa es su explicación de la transcendencia: Porque esos derechos, esa dignidad de las personas hay que insertarla en la sociedad, en la vida común, en el bien público, en la red de derechos y deberes de los otros . Claro que la explicación de Beatriz Becerra no es muy disimilar: La dignidad transcendente, porque va más allá del individuo y entronca con su carácter netamente relacional. En ese punto los dos políticos quedan un poco por debajo de su acertado y generoso comentario.