El cristianismo, una Revelación

Mejor que una Religión. Una Revelación, que llega al ser humano  como gracia que sorprende y convoca a su libertad; propuesta graciosa y gratuita que pide una respuesta, que es la fe: don y a la vez tarea, responsable y comprometida, verificable. Tal es el núcleo de un espléndido trabajo, publicado en la revista internacional Concilium por la teóloga brasileña María Clara Lucchetti  Bingemer. La religión sería algo posterior, esto es, el soporte doctrinal, ritual y moral, en el que esa fe dentro de una sociedad humana, que como tal necesita organizar sus experiencias más importantes, necesarias para que las generaciones venideras encuentren un espacio y una comunidad. Una institución humana, inscrita en el tiempo y el espacio, deudora de una cultura, marcada por la provisionalidad y sujeta a cambios y adaptaciones. Pero la autora se olvida de explicar el adjetivo posterior. La religión es posterior metafísicamente, teológicamente, pero no temporalmente en la mayoría de los casos. Gracias a esa religión, humana y provisional,  tenemos la inmensa mayoría de creyentes acceso a esa Revelación, a esa Palabra y a la Presencia de Jesús de Nazaret, la Revelación suprema. Separar demasiado Revelación y Religión es poco realista y grandemente perjudicial. Otra cosa es que la Religión haya de ser siempre purificada para que la Revelación sea mejor acogida y conocida por todos.