Desde la Curia vaticana

No me han gustado un pelo ciertas voces salidas, en las últimas horas, de la Curia del Vaticano acerca del caso de Eluana, especialmente torpes las del cardenal Javier Lozano Barragán, antes y después de la muerte de la moribunda. Qué falta de finura, de respeto, de sentido común. Todavía le ha superado quien ha sacado a colación, como quien no dice nada, la posibilidad de una excomunión a quienes han cooperado a la muerte de la señora Englaro. Añadamos el lamento por la conducta del presidente de la República, que considero irreprochable, elogiado hasta por el mismo senador Andreotti, vaticanista donde los haya, y la entusiasta aprobación de la actuación del presidente del Consejo, Berlusconi, que en todos los años anteriores no había reparado, un sólo minuto, en el caso trágico que ahora nos conmueve a todos, y que en los dos últimos días ha querido pasar como el defensor paradigmático y universal de la vida y de la moral cristiana: él, que, según propia confesión, se ha declarado el presidente italiano más mundano y liberal de la historia, con toda una vida dedicada a la idolatría del dinero y el poder, entre otros ídolos.- Qué bien estaría en ciertos momentos, también en la Curia romana, un poco más de humildad, de autocrítica, de silencio y, sí, sí, de amor al prójimo, aunque no sea próximo.