Eluana

He seguido de cerca, a través de los medios italianos, la trágica historia. He visto y he oído de cerca la profunda división de opiniones, actitudes y actuaciones entre lo más granado de la sociedad italiana: presidentes, ministros, expresidentes, filósofos, escritores, hombres populares. He sufrido también las esperpénticas declaraciones y acusaciones de unos y otros, hablando los primeros de golpe de estado, fin de la democracia, etc., y otros de abomibale asesinato, y cosas parecidas. Hasta, tras la noticia de la muerte, hubo senadores que se arrojaron unos a otros los mayores insultos, llegando casi a las manos.- Mucho tenemos que cambiar, alli y en todas partes, para poder hacer una sociedad más humana, para poder llegar a mínimos comunes de moral cívica y seguir conviviendo. Ahora, un respetuoso silencio. Y, como decía mi primer presidente del Senado: –El que puede rezar, que rece.