Archivo por meses: diciembre 2009
Cuarto Domingo de Adviento
(Sobre la IV Égloga de Virgilio)
IV
Ya ha llegado el tiempo,
clara estirpe divina,
digno vástago de Dios.
Mira
cómo tiembla el mundo
sobre sus ejes inclinados,
cómo las tierras y los mares
celebran con estruendo
los tiempos gloriosos que van a venir.
Comienza, tierno niño, a conocer
por la suave sonrisa a tu madre.
Diez meses lunares te alimentó en su seno
y ahora te contempla jubilosa,
queriendo contagiarte su gozo incontenible.
Terror en Méjico y Guatemala
Buscar a Dios
Mudos perros guardianes
Espiritualidad
Banca ética
El silencio
Tercer Domingo de Adviento
(Sobre la IV Égloga de Virgilio)
III
Cuando el niño comience a leer la historia de sus héroes,
las blandas espigas brillarán en las sernas terrosas,
rojizos racimos colgarán de las cepas incultas
y las duras encinas sudarán rocío de miel.
Pero el mal morará todavía en las gentes mortales,
cruzarán los océanos las naves de la guerra,
volverán a cubrirse las urbes de murallas,
volverán los Aquiles y los cercos de Troya.
Al llegar el muchacho a la edad viril y virtuosa,
se mostrarán los signos de los tiempos ubérrimos:
sobrarán los arados y las bélicas naves,
las murallas, los yugos de los bueyes,
y aun las podaderas.
Los carneros mudarán el vellón en los prados,
al gusto de sus dueños,
y pastando no más en la hierba verdosa
vestirán de escarlata los blancos corderillos.
Las Parcas implacables y los Hados numínicos
dirán a los husos obedientes:
corred y triscad, oh siglos venturosos.