Y este amargo y triste
no poder
decir las maravillas
de esta tarde melancólica de octubre;
este sol maduro del otoño,
que contagia los bosques de ternura,
los ríos de impaciencia,
los viñedos de gracia y esplendor.
Y tener que admirar en silencio
lo que nunca podremos
decirlo de otro modo…