Víspera de la operación

 

Me asomo al banconcillo de la clínica

Ubarmin.

Está la noche ensombreciendo

el verde valle de Egüés:

primero, el monte Belogain,

las laderas pinosas,

y los chopos del regato

que arrastra el líquido nombre del Valle.

Resisten las recias torres

de Ibiricu, Egüés y Elcano,

que acaban confundidas

con las casas que encienden sus luces de artificio.

Se borran los caminos. A lo lejos,

los coches no son mas que luciérnagas.

En el nido del rafe

se meten por fin las golondrinas.

La noche nos impone su misterio.

La vida se refugia en sus cercados.

El silencio de Dios es infinito.