Un mártir cada cinco minutos

No exageraba, no,  el sociólogo Massimo Introvigne, representante de la OSCE para la luha contra la intolerancia y la discriminación contra los cristianos, cuando, a comienzos de junio pasado, afirmaba en una conferencia en Budapest  sobre el diálogo interreligioso que cada cinco minutos muere un cristiano asesinado por su fe. La cifra de 105.000 cristianos sacrificados cda año en el mundo nos parece a primera vista imposible, porque, si exceptuamos algunas noticias clamorosas sobre recientes ataques contra cristianos en Nigeria, Irán o Pakistán, otras muchas situaciones endémicas de persecución pasan ignoradas por casi todos, como es el caso de ciertas naciones de Oriente Medio, o de China, Corea del Norte, República del Congo, Sudán, Vietnam, Indonesia o la India. Y, sin embargo, esta cifra es la que da el primer centro mundial de estadística religiosa, el Center for Study of Global Christianity, dirigido hasta su muerte por David Barrett, que publicó periódicamente la famosa Wordl Christian Encyclopedya y el Atlas of Global Christiannity. Según esas fuentes, los mártires (testigos) cristianos no son otros que creyentes en Cristo que han perdido prematuamente la vida, en la situación de testigos, como resultado de la hostilidad humana, sin entrar en juicio alguno sobre la santidad personal del mártir. Otras fuentes, procedentes también de los Estados Unidos de América elevan la cifra entre 130 y 170. 000. Ante el asombro de muchos, incluido yo mismo, Introvigne decía en esa conferencia: Si no se gritan al mundo estas cifras; si no se detiene la matanza; si no se reconoce que la persecución de cristianos es la primera emergencia mundial en materia de violencia y discriminación religiosa, el diálogo entre religiones  y la cultura sólo producirá hermosos congresos, pero sin resultados prácticos. Quien esconde los números quizás busca, simplemente, no hacer nada para detener esa matanza.