Sobre la pintura

La Joven dama con rosario del retrato de Rubens ya no sabe, por el nerviosismo ante el pintor, en qué cuenta de los misterios tenía los dedos.

– Resulta que La tirana de Goya no era tal. El tirano era más bien el apodo de su marido, actor que solía hacer de autor de tiranías. Una muestra más del clásico antifeminismo.
– Prefiero llamar al célebre pintor nacido en Bruselas en 1568 Brueghel de Velours (de los terciopelos, por sus colores aterciopelados) que llamarle Brueghel el Viejo.
– ¿Quién les iba a decir a Jacques le Roy o a Antonia Canis que habían de vivir durante siglos en la vida de muchos seres humanos, gracias a los espléndidos cuadros de Anton van Dick y de Cornelis de Vos, respectivamente?
– Claudio di Lorena pintó una
Huída a Egipto desde Belén, pasando por un paisaje idílico de la campiña romana.
– Desde Jan van Eyck el óleo suavizó, ungió y hasta iluminó la realidad concreta, y consiguió, encubriendo la huella del pincel, llegar al detalle más diminuto.
– El Greco lleva a sus lienzos la luz de su Candía natal, y la luz de Venecia, Roma y Toledo, donde vivió. Con todas ellas hizo la inimitable luz propia, que a menudo parece celeste.
– ¿Le gustó a nuestro emperador Carlos I el retrato que le hizo Cranach el Viejo, el año 1535? No fue sólo Goya un pintor
cruel de corte.
– ¿Para qué la carta amorosa (
le billet doux), en manos de una celestina, en el cuadro de François Clouet, si el amante está allí mismo, junto a la muchacha desnuda?
– La arrebatadora escultura de
Cristo y la Magdalena de Rodin, que expresaba sin duda su propio drama personal (Camille Claudel), se adelantó a muchas leyendas posteriores en torno a las dos figuras bíblicas.