Románico y gótico

Vuelvo a mi dilecto Museo de Bellas Artes Museoa, de Bilbao, y me detengo por hoy en las salas 1 y 2, dedicadas al arte románico y gótico (siglos XII-XIV), con bellísimas tallas y pinturas, de carácter religioso, de las llamadas escuela española, escuela italiana y escuela catalana, la mayoría de ellas de autores anónimos. Qué gravedad, qué unción, qué majestuosidad, qué elevación, qué sublimes expresiones y actitudes, qué sentido de la trascendencia, de lo santo, en el sentido de Otto, de la religación con la Divinidad, en el sentido zubiriano. No lo volveremos a encontrar, salvo en contadas excepciones, ni en la escultura ni en la pintura posterior. Las comparo con las pinturas y esculturas expuestas en la sala 3, dedicada a obras del siglo XV y XVI. Ni el encanto de Jan de Gossaert, ni la gravedad de  Pieter Coecke, ni la finura del Maesttro de la Adoración de Amberes, o la majestad de Coly de Coter… pueden igualarlas. Todos sus personajes, comparados con los anteriores, nos parecen muy humanos. No: demasiado humanos.