¿Qué diálogo ni qué niño muerto?

 

         Hasta un hombre, como Andrea Riccardi, a quien admiro tanto, fundador de la Comunidad de Sant Egidio, ha confundido España con Namibia o Mozambique, y en la revista italiana Famiglia Cristiana, semanario de referencia católica, ha pedido una mediación razonable  entre el Gobierno español y los independentistas catalanes para llegar al obligado consenso.

Pero, antes de decir esa necedad política, ha escrito que la confrontación fue una vía que le pareció natural al Gobierno de Rajoy hace dos años; que no hay cultura del diálogo en la clase política española; que en Madrid no se ha tomado el camino de la negociación para salvar la unidad de España; que la monarquía no parece desempeñar un papel de mediación; que en Cataluña la independencia parece ahora indispensable, y hasta que… quizás Europa podria ayudar en el diálogo. ¡Sólo le ha faltado decir que la Comunidad de Sant Egidio está dispuesta a proporcionar el mediador que Torra y Sánchez necesitan para reanudar la mesa de Pedralbes!

Cualquiera podría pensar que este hombre bueno, este hombre santo, acaba de hablar con el abad de Montserrat y que éste le ha convencido. Yo sólo puedo decir ante la alta autoridad de Riccardi, que está mal informado sobre lo ocurrido en Cataluña y en el conjunto de España en relación con el problema que atañe a una parte de catalanes; que en la vida política -él ha sido ministro del Gobierno de Italia- el diálogo fundamental y habitual se lleva a cabo en las instituciones regidas por la ley, que es lo que los independentistas niegan, violan y pretenden destruir; que la monarquía española debe defender ante todo la unidad de la Nación y no tiene poder y tampoco posibilidad de mediar con los que quieren destruir la Nación y la monarquía, como no la tendría en un caso semejante el presidente de la República italiana, que ni siquiera pensó en mediar, en su día, ante los ataques de la Lega Norte contra launidad de Italia;  que la violencia reciente entre los independentistas, de la que tibiamente habla, es mucho menos peligrosa que la ejercida desde años desde todos los medios inependentistas contra España, las instituciones españolas, y contra los españoles: violencia conceptual, violencia verbal, violencia jurídica, violencia política y violencia social.

Flaco favor ha hecho Andrea Riccardi a su fama bien ganada y a la fama de la Comunidad de Sant Egidio.