Pre-ecuménico

Ayer tarde me tocó hablar en el Congreso internacional sobre Los mundos de Javier, celebrado en Pamplona los días 8 al 11. Me puse como título: San Francisco de Javier, un precursor pre-ecuménico, y durante meses he ido estudiando detalladamente, fijándome sobre todo en sus Cartas, su pensamiento y actuación de evangelizador europeo, nacido en Javier, educado en París, influido sobre todo por Ignacio de Loyola, e inserto, como misionero por Asia, en el ámbito del Padroado portugués. Eran algunos de los límites objetivos que explican sus limitaciones personales, que fueron muchas, sobre todo en relación a lo que hoy llamamos ecumenismo. Quienes hacen de toda biografía hagiografía y quienes confunden el siglo XVI con el XXI seguro que no tolerarán un discurso parecido. Pero está ya uno harto de que todo sea cultura e intercambio cultural y no pueda ser nadie algo si no sirve al encuentro de las culturas o al diálogo de civilizaciones! Ya el profesor de Misionología en la Universidad Gregoriana de Roma, el jesuita navarro Prudencio Damboriena escribía hace mucho tiempo que los primeros años familiares del santo, sus estudios y su formación teológica y ascética “constituían todo menos una preparación para crear una mentalidad, si no favorable, al menos abierta a las religiones no cristianas. Todo lo que su vocación a misiones tuvo de hermosa y espontánea tenía de improvisada desde el punto de vista de ambientación antropológica para la tarea que se le encomendaba“. Después de él vendrían los también grandes misioneros jesuitas, como Valignano, De Nobili, Ricci y los jesuitas franceses, alemanes y flamencos, que misionaron la China del siglo XVII, antes de que aquella audaz, evangélica, y entonces, sí, ecuménica aventura se cortara de raíz, con fatídicos resultados. Precursor: el más generoso y heroico de todos. Pero pre-ecuménico.