La Teoría de la Competencia

Antes de recordar -algo tan necesario en estos momentos- la Teoría de los conflictos, del sociólogo de Lovaina, Guy Bajoit, apuntemos las otras tres Teorías precedentes que él también estudió y que hacen  aquélla posible e inteligible. Tras la Teoría del Desarrollo que rige el modelo tecnológico o desarrollista del Estado-nación, en el que el pueblo actúa siguiendo el mandato de las estructuras de los Gobiernos,  y de la Teoría de la Revolución, guía del modelo comunista, superado ya en casi todo el mundo, llegó la Teoría de la Competencia, que completa o sustituye en casi todos los países el modelo desarrollista anterior. Estructuralmente tecnológico como aquél, reduce fuertemente el poder del Estado, según las reglas del liberalismo posmodermo, y confía casi todos sus resultados  a los mercanismos reguladores del Mercado. Es el que defiende a capa y espada de sus informes anuales el Banco Mundial. Su poder no depende ya de las instituciones de los Estados, sino  de la máxima libertad de los patronos y patrones financieros, de los dueños de las grandes empresas y de los grandes medios de comunicación, los poderes más fuertes del mundo de hoy. La educación propia de este modelo es la tecnocrática selectiva, carente en general de ideales sociales. Estamos, pues, ante el llamado darwinismo social -perdón a Darwin, que nunca imaginó tal cosa-, que excluye a los no aptos y discrimina a los menos aptos, siendo los aptos los consagrados con todas sus veras al culto del Mercado y de la mercadotecnia.