Si la prisión tiene como segundo fin social la rehabilitación del preso, parece obvio que se revise esa rehabilitación. Lo que es verdaderamente absurdo es premiar de alguna manera la no rehabilitación.
Si la prisión tiene como segundo fin social la rehabilitación del preso, parece obvio que se revise esa rehabilitación. Lo que es verdaderamente absurdo es premiar de alguna manera la no rehabilitación.