Es el último arrimo que nos queda,
a la manera humana.
El último bastión,
donde encuentra su asilo la esperanza.
Qué fácil es decir:
– Yo nunca te olvidaré.
-Nosotros nunca
te olvidaremos.
Pero así de ardida es la memoria,
sin la cual no hay entendimiento
y es imposible
el verdadero amor.