La fe reducida a fanatismo

 

          Leo una larga entrevista en EP al excelente novelista que es Javier Marías; entrevista de omni re scibili, y la verdad es que me quedo con poco de sustantivo y hasta de sustancioso de todo lo que responde este hombre, que parece saber y poder responder de todo, sin siquiera manejar el ordenador. Por ejemplo, de superpoblación, donde lo único que parece sublevarle es que la Iglesia católica  condene el condón. Sólo eso. Me parece que está un poco despistado Marías, no diré sobre la teoría, ya muy varia, sino sobre la praxis, que no es lo que era, hombre de mundo… Pero de la superboblación pasa a la Iglesia, y ya salió: Lo peor no es sólo que siga esta Iglesia, lo peor es que han vuelto con fuerza algunas que parecían más en sordina. No dice cuáles. Deben de ser más primitivas, más supersticiosas aún que la católica, acompañadas, además, por un fanatismo exacerbado. ¿Será el Islam? No se atreve tal vez a decirlo, digo. Lo que le preocupa es  un futuro cada vez más religionizado, que es lo contrario de lo que otros muchos entrevistados suelen afirmar. El entrevistador, que se sabe de carretilla la fórmula, le pregunta entonces, provocador, si habrá religiones cada vez más fanatizadas y extendidas o apuntan a su desaparición gracias a la ciencia y al conocimiento. Y el hijo de aquel gran filósofo y hasta teólogo, de aquel gran cristiano, que fue Julián Marías, a quien cita también su hijo en esta entrevista-río, contesta sin inmutarse: Difícil saberlo, de aquí a cien años. Pero, dada esa regresión, no me extrañaría que el fanatismo, y la fe, que siempre es una forma de fanatismo, creciera en todos los ámbitos.- Asi que, como quien no quiere la cosa, nos llama fanáticos a todos los creyentes, hasta a su mismo padre. Y, si no se refiere sólo a la fe religiosa, sino a la fe, sin más, se llama fanático a sí mismo, porque la vida en su conjunto exige tantos actos de fe, de confianza y de seguridad en aquello y en aquéllos que no conocemos, que no vemos ni experimentamos por nosotros mismos, que nadie se libra cada día de mil actos de fe, de confianza, de fideísmo, de credulidad…  Asi que, de nuevo…,  todos fanáticos.