“La caridad degollada”

 

        El muy interesante trabajo del historiador Isidro Sánchez Sánchez sobre “Propaganda de ideas en la España del siglo XIX”, dentro del libro colectivo Movimientos Sociales y Estado en la época contemporánea, es un repaso general y somero a la prensa de todo género en torno a la cuestión social y benéfica, de muy distinto cariz: católica, republicana, socialista, anarquista…, con unos breves trazos sobre  su origen, duración y significación. Pero no deja de ser curioso que de las pocas y breves citas que recorren el estudio, una de ellas sea la arrancada del extraño artículo “La caridad degollada”, publicado en la revista sevillana integrista, La Cruz, año 1856, que reza así: Si para recomendar hoy la misericordia y la caridad, los sacerdotes, los escritores públicos, los magistrados y los padres de familia han de ser ingenuos, claros y explícitos, habrán de decir en términos análogos lo que no puede ocultarse a los que vivimos en este siglo, y es: Pueblos, los bienes de este mundo quiere Dios que se distribuyan con desigualdad, para que los que los posean ejerzan la misericordia socorriendo a los que no tienen, y que éstos vivan sumisos a sus bienhechores, formando así los lazos que unen a los hombres en sociedad. Otra cita proviene del Boletín de la Sociedad San Vicente Paúl de España (1856-1867), en el que se recogen unas frases  del discurso del presidente de dicha sociedad sobre las ventajas de la limosna espiritual sobre la material, en estos extravagantes términos: El pobre que recibe en el Sacramento de la divina Eucaristía el Santísimo Cristo de Jesús, ¿a qué rico podrá envidiar?; ¿qué limosna podrá recibir que admita comparación con ésta? La caridad verdadera, objeto único de esa sociedad, es la Caridad basada en la Fe, el amor puro, el mismo Dios, pues Dios es esta Caridad. Y ahí terminaba la cosa.- Seguro que el autor podía haber elegido, de entre las numerosas revistas católicas de todo el siglo, algunas frases más evangélicas que las anteriores. No. Ha elegido dos de las más grotescas, cosa que no ha hecho con otra prensa, anticlerical, comunista, anarquista… La intención está clara. Pero tampoco él las ha inventado. Durante ese siglo, y durante los dos siguientes, ha habido muchos católicos que podían haber escrito esas torpezas o hacerlas suyas.