La belleza elocuente

La belleza es muy elocuente, con tal de que estemos dispuestos a gozar de su elocuencia.
Escribe Nietzsche que el trabajo sin placer es vulgar. ¡Como si cientos de millones de personas (¿vulgares?) pudieran elegir el trabajo que causa placer!

– La imaginación -y su hijuela más activa, la fantasía-  no es sólo ni principalmente la loca de la casa, sino la creadora de la casa.

Se hace verdaderamente acerbo ver con qué facilidad aparece en libros y periódicos el sustantivo acervo escrito con b de burro, como el adjetivo acerbo.

– Los habitantes de Zizur Mayor (Navarra) son, por definición, mayores. O mejor: mayores son los de Zizur Mayor.

– La luna -en vascuence, ilargi: ¿luz de los muertos?-, como arquetipo junguiano, se nos aparece cn los mitos primitivos como el primer muerto, pero como el primer muerto que revive y se renueva sin cesar.

– Fiesta del año que termina y del año que comienza. ¡Qué mítica celebración consentida, adoptada y utilizada por el mundo de la razón instrumental!