La Ascensión

Nunca hubo despedida.
Quien, la mañana florida,
quiso y pudo resurgir
de la más honda caída
fue sólo para partir
al Padre que está en los cielos
y a un mundo que, por los suelos,
esperaba su venida.

Desde entonces la cosa es bien sabida:
no ha hecho más que subir
compartiendo la subida
de la muerte hacia la vida,
de la nada hasta el lúcido existir.