Internautas

Hay de todo en la internáutica. Los que no responden nunca, porque se han muerto tal vez, porque han cambiado el correo y no se han dignado (olvidado) comunicárnoslo, o porque sencillamente no quieren saber nada de/con nosotros. Qué le vamos a hacer, qué podemos hacer. Hay quienes se toman una semana, un mes, varios meses para responder. Ahí es nada. Volvemos así a los tiempos en que el correo funcionaba mal, los carteros eran muy informales o los parientes eran descuidados, no sabían escribir o les daba una higa el parentesco. No faltan los que no responden, por varios motivos, a nuestra petición de notificarnos la llegada del correo, con lo poco que cuesta; pues, no señor. (Claro que a veces enviamos tantos correos, que les hartamos; pero, al menos una vez, por Dios). Somos varios los que mantenemos un intercambio de power points, generalmente  bonitos, instructivos y algunos geniales, y es uno de los frutos óptimos del internautismo. Pero, ojo también con esto. Me ha ocurrido con dos de estos activos internautas algo muy curioso; a uno de ellos le pedí que no me enviara tantos seguidos, sino, por ejemplo, uno o dos cada día; a otro que me enviara los pp pero no artículos de periódicos, porque solía leerlos directamente en la red. No sé por qué los dos se cerraron en banda; ni siquiera me contestaron cuando les envié algo alguna vez. Hay gente pa tó. Así que hay que hilar muy fino en un país donde la finura aún no es una virtud cívica. Por lo demás, qué hermoso, qué agradable, qué humanísimo es poder ser un internauta cotidiano.