Releo, mientras termino mi segundo tomo sobre el clericalismo-anticlericalismo en España, la historia del anticlerialismso francés de finales del siglo XIX y comienzos del XX (Waldeck-Rousseau y Combes), que tanto influyó en el anticlericalismo español hasta el final de la II República. Incluso en los nombres de los partidos anticlericales: Partido Republicano-Radical, Partido Radical-Socialista… En los temas, en los métodos y hasta en el estilo. Pero, que yo sepa, no se llegó en España, a la hora de las palabras, por lo menos hasta la guerra civil -nosotros tuvimos una guerra civil y ellos en cambio una guerra contra Alemania, que hizo cambiar la situación-, a la brutalidad que se alcanzó en el país vecino. Tal vez porque en España, con tener mucha, la masonería no tuvo ni de lejos la fuerza y la penetración por esos años que tuvieron el Gran Oriente de Francia y la Gran Logia de Francia, largo tiempo separadas de la tradición teísta de la masonería regular. Durante el debate en la Asamblea Francesa sobre la separación de Iglesia y Estado, el librepensador y masón Mauricio Allard, y no fue el único, llegó a decir: cosas como éstas Hay que decirlo muy alto: existe incompatibilidad entre la Iglesia, el catolicismo e incluso el cristianismo y cualquier régimen republicano. El cristianismo es un ultraje a la razón, un ultraje a la naturaleza. También declaro con toda franqueza que quiero proseguir la idea de la Convención y llevar hasta el fin la obra de descristianización de Francia. (…) Ya que no se encuentra un Parlamento capaz de dar al pueblo la ley que desea, hemos de hacer la Separación por la ación directa, y, si es preciso, tomaremos por asalto vuestras iglesias y vuestras capillas, para hacerlas desaparecer, como los revolucionarios del 92 y 93 tomaron en otro tiempo por asalto los castillos y las fortalezas de la nobleza. ¡Algo más que anticlericalismo!