Euskadi-Cataluña

En octube de 1934 era fácil encontrar en la prensa monárquica y tradicionalista reproches y acusaciones al PNV por haber colaborado, de una manera u otra, a la llamada revolución izquierdista del día 4 y siguientes, particularmente sangrienta en Asturias y Cataluña. Pero era mucho más difícil encontrarlos en un periódico de izquierda. Ese fue el caso del diario liberal-republicano de San Sebastián, La Voz de Guipúzcoa (1885-1936). Pedro Sarrasqueta, en un artículo titulado “Nacionalismo convencional”, publicado el día 13 de ese mes, se empeña en reponder a los nacionalistas peneuvistas, que niegan haber tenido ninguna clase de relación ni de compromiso con los revolucionarios: Después de las campañas de los periódicos nacionalistas durante el período prerrevolucionario, en favor de los catalanistas; después de los abrazos fraternales de los jelkides con la Esquerra catalana, de las idas y venidas de unos y otros, con motivo de la ley de Cultivos de Cataluña y del conflicto de los Ayuntamientos vascos; después de hacernos suponer que el nacionalismo estaba preparado poco menos que para poder proclamar con probabiliades de éxito la República Vasca, nadie ha dado crédito de la tardías manifestaciones del Partido Nacionalista, y menos aún al ver que la Solidaridad de Obreros Vascos se apresuró a tomar parte en la huelga revolucionaria. Sólo cuando la huelga y la insurrección fracasan -acusa Sarrasqueta-, el jelkidismo se apresura a proclamar su inocencia. Ya no les interesa, de momento, Cataluña. Ahora todo es hablar de las bellas máximas de Cristo. Nosotros, al leerlas -comenta mordaz-, no podemos olvidar que el desgraciado Judas Iscariote acompañó siempre al Maestro.