Embalse de Eugui

El embalse de Eugui (1971), al que yo llamo nuestro lago alpino, atrapa al río Arga, todavía candoroso y aprendiz, en cuanto sale del laberinto pirenaico, al pie de la cantera, a cielo abierto, de magnesita, y lo convierte en lago suizo, bávaro o austríaco: azulgris de cielo nuboso, y verdigris de hayas, fresnos, alisos, robles, castaños y helechales.

El lago, en forma de punta de flecha rústica, dispara sus aguas para abastecer Pamplona y su cuenca. Como los embalses de Añarbe y Articuza las envían a San San Sebastián y su comarca; el de San Antón -ese culebrón azul entre culebrones verdes- a Irún y Fuenterrabía, y el más reciente de Mairaga a Tafalla, Olite y zona aledaña.

Agua de los ríos navarros para dar de beber a propios y prójimos.

¿El agua para el que le llueve? No, el agua para todo aquél que la necesite