El verso suelto de Renzi

          Matteo Renzi, el joven ex militante democristiano, pasado al Partido Democrático,  formado en su mayor parte por excomunistas; el hiperactivo alcalde de Florencia; después intrépido secretario general de su partido -famoso por su autocaínismo- y, finalmente, decabalgador de su colega, el annterior presidente del Gobierno italiano, Enrico Letta -que le traspasó, sin mirarle siquiera, la campanilla del poder-, sigue actuando como un verso suelto europeo en la presidencia italiana, con sorpresa e irritación de muchos, pero hasta ahora con el voto mayoritario de los suyos. Como si no bastase haberse entendido con el apestado Berlusconi, aun antes de llegar al Gobierno, para acordar entre ambos la reforma de la ley electoral, ahora acaba de conseguir aprobarla en la Cámara de los Diputados, con el fin de asentar el bipartidismo o de evitar, al menos, el multipartidismo, que ha hecho ingobernable muy a menudo la vida política italiana. Y, mientras endilga a los diputados la difícil reforma laboral, en una Italia ahogada por una deuda pública del 133% del PIB, pero con un déficit público del 3% (el español asciende al 6´5%), Renzi ha rebajado los impuestos directos a trabajadores y empresas y, contra lo que le exige la Comisión Europea, no piensa proseguir con el recorte del déficit, más preocupado como está por reactivar el crecimiento. Y esperando que un Parlamento incierto batalle con lo más grueso de la reforma, él limitará por decreto la duración de los contratos temporales (tres años) y simplificará los contratos de aprendizaje.- Con varios ministros que colaboraron en el gabinete de Berlusconi hasta anteayer, este condottiero florentino parece llamado a las más altas empresas y a imponer por las bravas democráticas todas las reformas juveniles posibles. Pero en Italia, país de condottieros, la forza del destino es más imprevisible que en cuaquier otro lugar.