El claustro del monasterio de San Zoilo

 

          Desde el año 948 llegan las primeras noticias sobre el monasterio dedicado a San Juan Bautista y más tarde a San Zoilo, cercano al puente del río Carrión,  en la villa histórica de Carrión de los Condes, hoy provincia de Palencia. En 1047 lo dotaron de nuevo los condes Banu Gómez de Carrión, Banu Gómez y su mujer Tereza Peláez, bisnieta de los reyes Bermudo II y Ramiro III de León. Su historia está muy vincculada a la de los reyes de León, Castilla y otros reyes de España y de Europa. La Orden benedictina de Cluny le dio un singular esplendor religioso, artístico y cultural hasta el siglo XV, y, desde entonces hasta la exclaustración de 1835, la Congregación de Valladolid. En i854, los jesuitas fundaron en él la primera escuela de bachillerato de España, y después lo dedicaron a noviciado. De 1960 a 1980 fue seminario menor de Palencia. Desde 1992 es un gran hotel, restaurante y centro de reuniones.

Pero la maravilla de este monasterio, una de las maravillas gótico-renacentistas  de Europa, es el claustro principal, que sustituyó al claustro románico levantado en el siglo XI. A lo largo de  sus treinta y tres metros de lado, cinco de ancho y siete de alto se suceden los arcos ojivales, las bóvedas, ménsulas, columnas corintias, capiteles, medallones, bustos, escudos, cartelas, jarrones, florones… para perpetuar las efigies de figuras bíblicas, santos, reyes, guerreros, héroes de nuestra historia y de la historia universal. Allí están todos los miembros de la genealogía de Jesús, según san Mateo, desde el rey David a José y María; patriarcas, jueces y profetas; apóstoles de Jesús; papas (46), emperadores (16), emperatrices (10), reyes (79) y reinas (12), que tuvieron alguna relación con la Orden benedictina… Entre el 1537 y 1577 el arquitecto leonés Juan de Badajoz el Mozo (maestro de la catedral, de San Marcos de León y de San Esteban de Salamanca) y sus discipulos palentinos Pedro Castrillo y Juan de Celaya fueron sucesivamente los supremos artistas de la obra. En cada galería se abren cinco arcos ojivales apoyados en pilastras. Venticuatro tramos,  en total, cada uno con su bóvedas de crucería, sus ménsulas,  capiteles y claves, con sus bustos correspondientes, sus medallones, cartelas, florones y escudos. Comienzan los bustos por los de San Zoilo, San Benito y Santa Escolástica, y terminan con cinco figuras menores del Antiguo Testamento.

En 1580 se hicieron el pozo de piedra y la fuente del jardín, desde donde se puede contemplar la filigrana luminosa de los arcos ojivales, contrafuertes prismáticos terminados en pináculos y coronados por bolas lisas. En 1604 se terminó el claustro alto, mucho más sencillo, con capiteles y  medallones, que acogen rostros de santos y nobles ya glorificados en el claustro inferior.

Aún me duele el cuello de mirar tanto rato hacia arriba, y tengo para mi que nunca he visto un claustro tan poblado de personajes glorificados, que parece imitar al cielo visto, con el mayor de los optimismos.