El bien, en compañía

Vuelvo a mis clásicos. Siempre vuelvo a mis clásicos. Estoy siempre con ellos. Esta tarde he estado releyendo las primeras cartas de Séneca a Lucilio. Cuando, en la epístola 6, éste le pide que le comunique esa amistad que al maestro le ha transformado, le responde el escritor hispano-romano algo que debiera ser uno de los lemas primordiales de todos los que nos dedicamos a la investigación, al estudio, a la lectura y escritura: “Deseo comunicarte todo. Me complazco precisamente en aprender algo a fin de enseñártelo. Ni doctrina alguna me deleitaría, por más excelente y saludable que fuese, si tuviera que conocerla solamente yo. Si la sabiduría se me otorgase bajo esta condición, de mantenerla oculta y no divulgarla, la rechazaría: sin compañía no es grata la posesión de bien alguno“.