Por prisas, por frivolidad, por ignorancia o por interés ideológico, algunas agencias y algunos periódicos nos dieron ayer la noticia de que el Consejo de Estado había avalado sin fisuras el borrador del anteproyecto de ley sobre interrupción voluntaria del embarazo, como si fuera poco menos que el Tribunal Constitucional, que no lo es, sino un órgano consultivo. Y no ha sido así, aunque haya sido el órgano consultivo más favorable de entre todos ellos al texto presentado.El dictamen ha sido estudiado por la sección tercera y votado sólo por la comisión permanente y no por el pleno, al haber sido enviado el borrador del anteproyecto por vía de urgencia, cosa que no es habitual. Pero también la comisión permanente del Consejo de Estado niega que el aborto sea un derecho, como sostuve aqui hace unos meses. Tal derecho es inexistente en los ordenamientos jurídicos de los países de nuestro entorno, y por eso aconseja se elimine el reconocimiento de ese supuesto derecho, mientras el informe del Consejo Fiscal solicitaba directamente la retirada de todo el artículo, por considerarlo abiertamente inconstitucional. Entre otras objecciones menores, pero muy importantes, que hace el Consejo, como defender la objección de conciencia de los médicos, me extraña un tanto que al aconsejar una información veraz y personalizada sobre las ayudas que pueden recibir las embarazadas, se excluya de esa información las connotaciones éticas y religiosas. ¿Incluso las éticas? ¿A esa descarnadura ética hemos llegado en este Estado a-confesional? ¿Acaso a-ético también?