Del cielo de Oviedo al infierno de Barcelona

 

        Seguí anteayer, como cada año, la mirable y admirable fiesta de los Premios Princesa de Asturias. Me gustó , como siempre, el sereno y deslumbrante ceremonial. Seguí los siempre sugerentes discursos de algunos de los premiados. Me confortaron las palabras del rey y me encantó la primera alocución de la princesa de Asturias, que estaba hecha un sol.

Horas más tarde, abrí las  televisiones para ver qué pasaba en Cataluña, sobre todo en Barcelona. Y me pareció pasar del cielo al infierno. Harto de hablar de tan triste asunto, creo que con esta metáfora, vulgar y a la vez sublime, lo digo todo. Y no me repito.