De pictura et pictoribus (II)

*En los cuadros, grandes y pequeños, de la Anunciación, de El Greco, todo el cielo se viene a la tierra: la luz, las nubes, los ángeles, y sobre todo el Espíritu de Dios. Más que una anunciación, es un sobresalto cósmico.

*En El Fumador, de Juan Gris, el humo, verde, azul, negro, naranja, dorado, vela, oculta y hace desaparecer la cabeza del que fuma: tal vez su propia conciencia.


*Oteiza des-ocupa cilindros, esferas y cubos, desdoblándolos, retorciéndolos, recortándolos, extrayendo dmensiones nuevas desde dentro de las mismas figuras, intentando convertir la concreta realidad geométrica, con la que se encuentra cada día, en la geometría teórica: abierta, lírica y libre; el arte, al fin (con su Musa correspondiente), que propiamente es.

*¿Cuándo un clavel simbolizó tan vivamernte la belleza candorosa e iluminó la santa pobreza, como en La aldeanita del clavel, de Adolfo Guiard?


*Antes de dar al mundo marinos, geógrafos, aventureros, conquistadores, Holanda nos dio pintores. Entre retratos y composiciones colectivas, castizas y populares, ningún holandés debió de quedar fuera del pincel de sus numerosos artistas durante los siglos XVI y XVII. Burgueses satisfechos, solemnes y graves, y el pueblo siempre festivo, alegre y bullanguero, aun en medio de su pobreza. Qué voluntad de pueblo unido, enérgico y creador, recreada por el arte.