¿Cambio de rumbo en Francia?

No diría yo tanto. Creo que la derrota, ligera por otra parte, de Sarkozy (patrón de la  UMP, partido hecho a su modelo) se debe más que a la crisis, que en Francia también es grande, a un rechazo de su actuación personalista e hiperactiva, un tanto estrafalaria, que no ha convencido del todo a las clases medias francesas, que siguen siendo tan conservadoras y maayoritarias  como antes, y parte de la cuales ha votado ostentosamente a Hollande o se ha abstenido, llegando el voto blanco y la absteción a un 25%, fenómeno nuevo en Francia.Más alarmante es el crecimiento del voto de protesta, cada vez mayor (30% del electorado), dividido entre derecha e izquierda (Le Pen y Melenchon), que puede alterar, si quiere, cualquier mayoría. Hoy es lugar común entre los comentaristas francesas que la vieja clase obrera, el voto obrero, ya no está en el decadente Partido Comunista, tan patriòtico y tan  identitario (estalinista) él en sus buenos tiempos, sino, quién lo diría, sobre todo en el Frente Nacional de extrema derecha, ya consolidado, que puede ir derivando hacia el racismo, como en Austria u Holanda, o ablandándose hacia la derecha europea, como en Italia. Al Partido Socialista de François Hollande, partido con muchas cabezas, sin bandera utópica convincente ni estrategia de terreno, le tocará ahora recoger los resultados de la crisis, co-dirigir el embrollo europeo, y de inmediato preparar las elecciones a la Asamblea Nacional, en medio de un electorado, complaciente con la cohabitación, sobre todo cuando un partido nacional “amenaza” con tener demasiado poder en todo el Hexágono. El partido socialista francés, un partido poco popular, democrático y liberal, compuesto por clases medias “progresistas”, partido de mandos y de poder elelectoral más que de masas, ha aprovechado bien durante los últimos años la división de la derecha golista, el deterioro del presidente Chirac  en su segunda época y del chiraquismo, y ahora  de su viejo rival Sarkozy, para ir ganando las elecciones cantonales, departamentales y regionales (mayoría en el Senado) y, por fin  y por la mínima, las presidenciales, sin que tenga seguras, ni mucho menos, las legislativas del próxmo mes de junio.