Berlusconi y Zapatero

Dos grandes derrotados. Se parecen poco, pero en algo, muy evidente, se parecen. El primero llegó en olor de multitudes, que llegaron a abominar a los partidos tradicionales y querían algo muy distinto: alguien apartidista, activo, nuevo, exitoso. El otro, todavía en la España muy partidizada, venía a ilusionar a una parte de España, que quería, además de derrotar al enemigo de siempre, algo nuevo y distinto, propio de las nuevas generaciones. Los dos han fracasado en su empeño. El italiano ha sido tan partidista o más, tan sectario, tan viejo y corrupto como lo que venía a derribar, o mucho más. El español ha terminado haciendo lo que nuca había pensado hacer, al menos en el terreno económico, que es lo que más influye, al decir de todos,  también en los electores de centro-izquierda. En ambos casos los dos líderes, un día deseados, han perdido la confianza de sus electores  en la capacidad de representarlos. Sus valores y sus relaciones sociales, de alto valor simbólico y afectivo, han quedado a la intemperie. Ya no tienen quién los tutele y defienda. Y andan buscando quién.