Asia rampante

Singapur y Malasia son dos de esos llamados “tigres económicos” rampantes del sudeste asiático, junto con Taiwan, Corea del Sur y Hong-Kong. La denominación ha quedado ya superada tras el estirón gigantesco de China. Japón es una potencia mundial hace mucho tiempo. De todos modos, Singapur sigue siendo un modelo. Con un régimen autoritario, y un partido gobernante casi dinástico, la pequeña Ciudad-Estado -a la manera de Bremen, Hamburgo o la antigua Atenas-, con sus cuatro millones y medio de población, es una exposición esplendente de progreso, prosperidad y belleza. Una de las ciudades más hermosas del mundo y sin duda la más limpia. La capital de la Federación Malaya, a la que perteneció en su día Singapur, con sus dos millones largos, ha sabido imitar a su vecina en su creativa arquitectura urbana -tiene tres torres espléndidas entre las más altas del planeta-, en su culto a la naturaleza, más selvática que en el resto de Asia, y en su progreso económico, aunque sigue siendo todavía muy inferior. Kuala-Lumpur es acaso la ciudad más boscosa de todas, la única quizás que no ha traído el bosque a la urbe, sino al revés. El bosque se ha hecho urbano, ciudadano, de acero y cristal, más alto y majestuoso aún que sus ficus gigantes. Decenas y decenas de torres y rascacielos pueblan también la megápolis de Yakarta, capital de Indonesia, país asiático-oceánico, de 230 millones de habitantes repartidos en 17.500 islas. Yakarta, con 12 millones de población, más cuatro millones en su periferia, nos ha evocado algunas de las grandes ciudades indias y chinas que van avanzando hacia la nueva configuración, imitada de Nueva York y otras ciudades norteamericanas, barriendo las innumerables viviendas pobres y miserables, de una o dos alturas. A diferencia de las otras dos capitales, en Yakarta la pobreza y la miseria son patentes en largas zonas, fuera del “triángulo de oro” y otras partes céntricas; el tráfico es caótico; la contaminación palpable. Yakarta es la típica concentración humana del llamado tercer mundo, sin orden ni concierto, en uno de los territorios -la isla de Java- más superpoblado del orbe. Dentro de unos cuantos años, Indonesia se convertirá en el paraíso de los turistas. Ningún país -ni Australia siquiera- goza de la diversidad de climas, de tierras, de paisajes como este inmenso y, por eso mismo, inestable y problemático país.